Las
estrategias de control social son métodos y técnicas utilizados por individuos,
grupos o instituciones para influir en el comportamiento de las personas dentro
de una sociedad. Estas estrategias juegan un papel crucial en la adaptación a
las demandas del entorno social y en la gestión de las interacciones
interpersonales. En este sentido, puede ser ejercido por diversas
instituciones, como el gobierno, la familia, la escuela, la religión y los
medios de comunicación, y puede tener como objetivo mantener el orden social. Por
lo que es importante tener en cuenta
que el control social puede ser tanto positivo, cuando fomenta comportamientos
socialmente aceptables, como negativo, cuando reprime o castiga comportamientos
no deseados.
Por
su parte, Moore en su documental "Sicko", explora cómo el sistema de
salud en Estados Unidos afecta la vida de las personas y cómo estas responden
emocionalmente a las dificultades que enfrentan. A través de testimonios y
análisis, Moore ha argumentado que las élites dominantes utilizan el control
social como una herramienta para mantener su posición de poder y controlar a la
población. Desde esta perspectiva, las estrategias de control social no solo
regulan el comportamiento individual, sino que también sirven para mantener el
status y perpetuar las desigualdades sociales.
Con
respecto a las normas sociales, son consideradas como una parte central de las
estrategias de control social, ya que establecen las expectativas de
comportamiento en una sociedad y ayudan a mantener el orden social. En este
contexto, las normas sociales influyen en cómo las personas perciben y
responden a las situaciones sociales, y actúan como un mecanismo de control al
reforzar el comportamiento aceptable y desalentar el comportamiento desviado.
Adicionalmente,
la tecnología ha tenido un impacto significativo en las estrategias de control
social, debido a que ha facilitado la vigilancia y el monitoreo de la
población, permitiendo a los gobiernos y las autoridades aplicar medidas de
control más efectivas. Sin embargo, la tecnología también ha sido utilizada
para resistir el control social y promover la libertad individual. Por ejemplo,
las redes sociales han sido utilizadas para organizar protestas y movimientos
sociales que desafían las normas sociales o políticas establecidas.
Por
otra parte, en sus estudios sobre control social, Barrero ha encontrado que las
estrategias de control social pueden influir en el desempeño laboral y en la
satisfacción laboral de los empleados. Además, ha destacado la importancia de
las instituciones sociales en la conformación de normas y valores que regulan
el comportamiento humano. Según Barrero, las instituciones, como la familia, la
escuela y la religión, desempeñan un papel crucial en la transmisión de estas
normas y en la creación de mecanismos de control social que promueven la
cohesión y estabilidad social.
En
conclusión, las estrategias de control social son fundamentales para mantener
la cohesión social y garantizar el funcionamiento adecuado de una sociedad. Si bien el control social puede
tener efectos positivos al fomentar comportamientos socialmente aceptables,
también plantea desafíos en términos de libertad individual y la perpetuación
de desigualdades sociales. Estas estrategias pueden variar según la cultura y
el contexto social, pero en última instancia buscan promover el bienestar y la
convivencia pacífica de los miembros de la sociedad.
Referencias
Hernández,
A. (2007). La construcción social de la seguridad pública: el caso de la
colonia Roma, México DF. Observatorio de Seguridad y Convivencia en la
Comunidad, 2(3), 49-66. Recuperado de https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/osera/article/viewFile/782/678
Núñez.
E. (2021). Teoría del control social. Revista de Derecho de la Universidad
Internacional de La Rioja. Recuperado de https://www.unir.net/derecho/revista/teoria-del-control-social/
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